la culpa es de la vaca...o ¿no?
A veces en la vida estamos tan cómodos en un lugar existencial que incluso cuando tratamos de ser objetivos y ver otras aristas del asunto, resulta ser una opinión de cualquier tipo menos objetiva. En muchos casos es necesario confrontarse a uno mismo, a su yo interior, algo así como lo planteado por cierta Taylor Swift cuando asesino a su “yo falso” para renacer y ser más auténtica. Sin tanto drama, presupuesto y un poco más profundo claramente, pero el mensaje es básicamente el mismo… ver quiénes somos y porque carajos no somos fieles a ello, y en cambio pasamos gran parte de la existencia sin conocernos, victimizándonos y diciendo “la culpa es de la vaca”.
Y si, usualmente la vaca la reemplazamos por diferentes actores dependiendo la situación: los padres, l@s novi@s, los amigos, el clima, el presidente, el conductor que no quiso esperar a que yo me subiera cuando voy tarde, etc…etc…etc; Y al final nunca nos preguntamos: ¿será que soy yo el causante de lo que me pasa?
Es decir, Cuando somos la víctima, todo bien, realmente podemos juzgar al otro y decir cosas como: “es un imbécil por decir que necesita tiempo”, sin embargo ¿qué pasa cuando el imbécil es uno?
Es allí cuando nos damos cuenta que aceptar nuestros errores es un proceso jodidamente tedioso, porque duele, hiere y fastidia, por eso siempre culpamos a otros, así no lidiamos con ese que nos mira de regreso en el espejo que es el más despiadado de los jueces… uno mismo. Entonces en medio de una catarsis de ese nivel, me di cuenta que en muchas ocasiones soy yo el villano del cuento, y no por ser literalmente malo, sino por una serie de factores que en términos de relaciones son simplemente abominables, y con las que yo mismo he juzgado a otros como por ejemplo: decir “NO”, por darse cuenta (tarde)que lo que quiere no es lo que pensaba en un principio, por decidir tomar distancia de personas que aunque son seres increíbles, no se siente el mismo vínculo con ell@s que el que sienten con uno, entre otras cosas; lo más gracioso de todo el asunto, es que me di cuenta que en muchas ocasiones somos lo que tanto juzgamos…
Aun así, no significa que todo lo que se ha resaltado en otros post como “negativo” deje de serlo y ahora sea algo justificado, por el contrario; las excusas, el no ser claros, la falta de comunicación, los prejuicios y estereotipos siguen siendo factores que sacan de quicio a cualquiera y que no son bienvenidos en una relación sana; es simplemente ser consciente de que uno también se equivoca y que muchas veces resulta siendo uno de esos cabrones que tanto detesta. Sabiendo eso, se podrá ser un poco más concisos al mirar una relación fallida en retrospectiva y se tendrán los pies más pegados al suelo la próxima vez que se piense en enredarse sentimentalmente con alguien.
Ahora bien, otro punto que complementa el dilema de la vaca se basa en esas ocasiones donde decimos “SÍ” cuando en realidad queremos decir que “NO”, hacemos cosas para satisfacer a otros y probablemente no herirlos, pero en el proceso el que se está hiriendo de gravedad, es uno mismo; vivimos de esa compasión hipócrita donde en la mayoría de los casos lo único que buscamos en primer plano es no parecer moralmente incorrectos por pensar, decir o hacer algo que al otro no le guste, si bien dicen que la verdad duele e incómoda, no significa que debamos ir por el camino de la vida diciendo “si señor/a” a todo lo que el mundo propone con tal de quedar bien y evitar un corazón roto.
Ahora bien, tampoco se trata de decir todo a diestra y siniestra sin ningún filtro, pues bien reza el dicho que no es lo que se dice sino como se dice, y aunque debamos seguir la melosa ley del corazón no debemos pasar por encima del otro como si no sintiera, el egoísmo es bueno en temas de autoestima pero en exceso, (como todo en la vida) es netamente TOXICO.
Los dos temas anteriores convergen en un punto bien particular, que no es otro más que buscar refugio en opiniones externas (para ayudarnos a tomar una decisión) lo cual no es algo malo, el problema radica en reemplazar las opiniones propias por las ajenas y empezar a actuar de acuerdo al sin fin de consejos que nos dan, olvidándonos que realmente el/la que decide es uno mismo. Solo así se podrá empezar a tomar responsabilidad sobre los actos propios y dejar de basar las culpas en lo que dijo o hizo la “vaca”.
En fin, el punto de todo esto es recalcar lo importante de aceptar que nos equivocamos, que también hemos herido a otros sin querer, y que sin importar lo que los demás opinen, lo realmente clave es lo que se decida con el corazón y la cabeza fría, que muchas veces es necesario decir que no, aun cuando vayamos a ser el villano por un tiempo, si ayuda a que respiremos con más calma es un riesgo que vale la pena correr.
Como ya he mencionado en otras oportunidades, no está mal decir que no (ni recibir un no como respuesta), y realmente es preferible un dolor a tiempo y no toda una crisis luego, lo más importante es mirarse al espejo y pensar ¿qué carajos quiero yo? ¿Cómo me siento con esta persona? ¿Realmente quiero intentarlo? etc. Cuando respondemos a esas preguntas, empezaremos a desenredar el delicado hilo de las relaciones interpersonales. SI, suena aterrador cuestionarse a uno mismo, y lo es, sin embargo es el paso de plomo que debemos dar, porque si no nos entendemos nosotros mismos como esperamos que nos entiendan los demás, luego es cuando resultamos diciendo “mira lo que me hiciste hacer” a la siempre culpable vaca.